La enfermedad de Crohn es un proceso inflamatorio crónico del tracto intestinal principalmente. Aunque puede afectar cualquier parte del tracto digestivo desde la boca hasta el ano, más comúnmente afecta la porción más baja del intestino delgado (íleon) o el intestino grueso (colon y recto). Los síntomas comunes incluyen cólicos, dolor abdominal, diarrea, fiebre, pérdida de peso e hinchazón. No todos los pacientes presentan todos estos síntomas, y algunos no tienen ninguno de ellos. Otros síntomas pueden incluir dolor anal o secreción, lesiones de la piel, abscesos rectales, fisuras, afectación del hígado y vías biliares, inflamación de los ojos, ulceras en boca, y dolor de articulaciones (artritis). A estos síntomas se les llaman manifestaciones extraintestinales, pueden o no estar presentes. Esta enfermedad requiere vigilancia estrecha y tratamiento continuo, ya que si no se lleva un buen control de la enfermedad puede progresar a presentar complicaciones severas generando altos costos de tratamiento, mala calidad de vida, hospitalizaciones prolongadas, desnutrición severa, incapacidad, e incluso fallecimiento.
Hay varias opciones de tratamiento que se indican de acuerdo al caso y puede ser a base de supositorios, enemas, pastillas o inyecciones (terapia biológica). En algunos casos puede ser necesario hospitalizar al paciente y administrarle sueros y medicamentos por la vena. Los casos más graves pueden necesitar cirugía. Una vez que la enfermedad ha aparecido ya no se puede curar, sólo se controla. No obstante, hay pacientes que tienen tan buen control que no presentan síntomas en muchos años o que sólo presentan molestias mínimas ocasionales. Usted debe de pensar que esta enfermedad es como la Diabetes o la Hipertensión, es decir, requiere de control de por vida. El diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad es muy complejo, por lo que debe ser realizado por un especialista capacitado para tratar esta enfermedad.